Después de un buen almuerzo en el hotel, salimos a las calles de Verona un poco más organizados que ayer, y es que, un fin de semana en Verona, puedes disfrutarlo sin estrés.
Nos dirigimos hacia la Fortaleza del Castelvecchio, que junto con el Ponte del Castelo vigilan la ciudad, con sus torreones de piedra del siglo XIV.
Después de pasear de una banda a otra del río Adigio, seguimos nuestro recorrido hacia la puerta romana que daba acceso a la ciudad, Porta Borsari. Desde donde sale otra calle comercial repleta de gente, pero nosotros optamos por coger la paralela para ir directos al Duomo.
De camino, nos encontramos con Chiesa St. Eufrasia, una iglesia del siglo XI - XII su fachada no nos llamó mucho la atención, pero aun así entramos, y nos sorprendió.
Después de un agradable paseo por las calles de Verona, llegamos a la Catedral (entrada: 2,5 eur.).
Visitamos su interior, en el que predomina sobretodo el mármol rosa.
Al salir, buscamos el pasillo que nos llevase al Claustro de los Cánonigos. Aquí, hicimos un parón, y nos estuvimos un buen rato descansando y disfrutando de la tranquilidad del clauStro.
Nos pusimos de nuevo en marcha para ir hasta el Castelo San Pietro, que está al otro lado del río. Nada más cruzar el Ponte Pietra, hayuna calle enfrente que nos lleva hasta arriba, además no hay duda, por que el nombre de la calle ya lo dice todo "Scalone de St. Pietro".
Hay que subir unos pocos escalones para llegar al primer mirador, y obtener estas vistas:
Y luego otro pequeño tramo más de escalones y ya llegamos al más alto.
Las vistas desde aquí son espectaculares, y prueba de ello es que vemos unos novios haciéndose el reportaje de fotos.
Comimos al cruzar el puente en Coppa Cafe, un sitio muy tranquilo con vistas al castelo. (30 eur)
Antes de llegar al hotel, aprovechamos para pasar por la Casa de Giulietta, no vaya a ser que al final no lA veamos.
Por la tarde salimos en busca de la Basilica de San Zenón, cerca del Castelvecchio, y después de perdernos unas cuantas veces, y en un barrio que nos nos hacía mucha gracia, la encontramos...
Volvemos a la Piazza Bra y picamos alguna cosa, un par de sandwiches y bebida por 13 eur., mientras disfrutamos de las vistas al Arena de Verona. La intención es ir tomar algo después de cenar a la terraza del hotel, desde donde también se ve el Arena, pero con la mala suerte de que empieza lloviznar, y otra vez cuando vamos al hotel, han cerrado la terraza... aargggg! Pues nada, decidimos ir a la Piazza delle Erbe, en la que por cierto, las terrazas están aborratadas de gente, pero vemos una mesa libre, y allí nos tomamos un Apperol (lo que tomaban la mayoría de los veroneses) y un moscato. Y así es como acabamos nuestro segundo día en Verona.
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